Hoy en día me encuentro como jurado para el Imcine en la convocatoria de estímulo a creadores en su modalidad de escritura de guion. En esta convocatoria se recibieron cientos de proyectos, entre líneas argumentales y guiones en proceso de reescritura, todos en busca de un apoyo económico y de un asesor que les ayude a clarificar sus proyectos en vías de convertirse en un buen guion para en un futuro verlo convertido en una película.
Se reciben todo tipo de géneros y todo tipo de historias, algunas muy malas y otras con mucho potencial. Todas pasan por filtros que van eliminando y a la vez escogiendo entre las historias que se eliminarán y las que serán apoyadas por este programa. Sin embargo el cine como cualquier arte es subjetivo y que tu historia obtenga tanto el recurso, como la asesoría, dependerá del gusto de quien la lea y dictamine qué historia pasa y cuál no. Desgraciadamente muy buenas historias se quedan en el camino y son eliminadas junto a otras muy malas.
Cuando se den los resultados habrá quien se desanime y piense que su historia quizás no era tan buena como lo pensó. Pero como ya dije, hay muy buenas historias que se quedaron en la orilla, no por ser malas, ni por ser inferiores a las que ganaron, simplemente es que los recursos del Imcine no alcanza para apoyar a todas las historias por muy buenas que sean.
Como maestro de guion trato de enseñarles a mis alumnos que lo más importante a la hora de escribir una historia, es primeramente tener una buena idea, irla desarrollando poco a poco, siendo coherente con la estructura, las escenas, pero sobre todo con sus personajes. Sé que algunos alumnos y algunas alumnas se enojan porque les digo que tienen que corregir sus guiones. Pero si lo hago es porque sé de lo que hablo: soy maestro de guion, he sido jurado de guion y escribo cine.
Por: Víctor Jesús Avelar Martínez
Docente de la Licenciatura en Cinematografía UDCI