Por Mtro. Benito Estrada Bernal
En el marco del “Día Internacional de la Mujer” (8 de marzo) es triste reconocer que en México el feminicidio es la máxima expresión de la violencia contra la mujer y constituye una irreparable violación a sus Derechos Humanos, en virtud de sus terribles efectos.
Según datos dados a conocer en noviembre de 2020 por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), de los 46.5 millones de mujeres de 15 años y más que hay en el país, 66.1% (30.7 millones) ha enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida; 43.9% ha enfrentado agresiones del esposo, concubino o pareja actual a lo largo de su relación, acentuándose más entre las mujeres que se casaron o unieron antes de los 18 años (48.0%), que entre quienes lo hicieron a los 25 o más años (37.7%); en 2018 se registraron 3,752 defunciones por homicidio de mujeres, el más alto registrado en los últimos 29 años (1990-2018), lo que en promedio significa que fallecieron 10 mujeres diariamente por lesiones mortales dolosas.
Por su parte, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública establece que a diciembre de 2020, se cometieron en nuestro país 940 feminicidios -dos menos que en 2019-; y las Entidades Federativas que registran el mayor número de esos delitos son: Estado de México (150), Veracruz (84), Nuevo León (67), Jalisco (66), Ciudad de México (64), Puebla (52), Oaxaca (38), Morelos (33), Baja California (31) Sonora (31) y Chihuahua.
Estas lamentables cifras ponen de manifiesto que México es un país de enormes retos y compromisos, toda vez que cada día enfrentamos situaciones que obligan a implementar políticas criminales para garantizar los Derechos Humanos y erradicar la violencia contra la mujer.
