El movimiento es un rasgo fundamental en el proceso creativo de cualquier arte. En el cine, por ejemplo, el movimiento revolucionario de cuando Georges Méliés nos regaló su visión del “Viaje a la Luna” en 1902 con cambios escenográficos y creación de universos concretos de un paralelo al que apenas estábamos por descubrir; o cuando Walt Disney introdujo al mundo al más emblemático de sus personajes en sus historietas animadas. Todas esas historias que mimetizan con el público y logran crear un vínculo de conexión tienen en semejanza la presencia clara de personajes, caracteres que protagonizan y conducen cualquier anécdota, haciendo que el público reviva emociones que no recodaba que guardaba.
La actuación ha sido el conducto primario para la creación de estos personajes. El proceso al que el actor y/o actriz se somete para darle vida a un personaje, es un proceso de riguroso movimiento. Este no debe de ser malinterpretado solamente como técnica, sino también como filosofía. Las y los ejecutantes del ámbito actoral deben entender que el ejercicio de encarnar una vida ajena es en esencia, movimiento. Pensar que los estándares planteados dentro del contexto del que se habite sean inapelables es darle muerte al placer del descubrimiento de nuevos lenguajes, sin embargo, son parteaguas para que él o la ejecutante genere un principio.
La dirección la marca el orquestador y la calidez quien padece de los estragos de la memoria emotiva y entiende la magnitud del texto, ahí la clave para saber hacía donde va el guía y hacía donde mantiene el norte. La actriz o el actor se enfrentan día con día a la fatiga del movimiento artístico, estético, físico y mental; parafraseando a Meyerhold… es en el agotamiento dónde se debe buscar la vida única e irrepetible del personaje.
La actuación constantemente se debe cuestionar y plantear para que las consignas que la historia coincidan a la necesidad del espectador, siempre hay que ser conscientes a la proyección, al enfrentamiento con la audiencia, donde la última experiencia se perpetuará en un cuadro cinematográfico con la intención de crear eco.
Por: Prof. Carlos García Collins
Docente en la Licenciatura en Cinematografía UDCI